“Y a Aquél que es poderoso para guardarlos a ustedes sin caída y para presentarlos sin mancha en presencia de Su gloria con gran alegría”, Judas 1:24.
La alegría es muchas veces vista como algo superficial en el contexto de nuestras comunidades de fe, es no ser maduro o serio con las cosas de Dios, y a veces esto, por supuesto, puede ser verdad.
Pero qué tal si la alegría fuera también algo muy espiritual, una muestra externa de lo que está sucediendo en nuestro corazón, de nuestra confianza en Dios, y en las buenas noticias del evangelio.
El escritor habla de la condición espiritual de aquellos que han negado su fe haciendo el comentario y contraste, “Pero vosotros” y en relación a aquellas verdades prácticas para los hijos de Dios. Él entonces les da la recomendación, “consérvense en el amor de Dios”. (v. 21).
Judas considera la realidad de su debilidad y limitaciones a la hora de ver su vida de fe, sin embargo en lugar de esto traerle ansiedad e incertidumbre, le trae gran alegría el reconocer que es también una obra de gracia. Y es que no creo que esta alegría sea solamente algo que anticipa en el futuro y ante la realidad de su redención completa, pero estas verdades también nos traen ya una libertad y alegría funcional en el presente.
Es este reconocimiento que le lleva a responder con agradecimiento y adoración en el siguiente versículo y al considerar estas grandes y liberadoras verdades. Él dice, “al único Dios nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea gloria, majestad, dominio y autoridad, antes de todo tiempo, y ahora y por todos los siglos. Amén” (v. 25).
Piensa en esto encuentra tu descanso en Él.